QUIROMANCIA
Héctor Alarcón
Supongamos la palma de tu mano, las líneas que la cruzan, sus destinos fortuitos, sus fajas de luz. ¿Qué pueden decir? Mentiras, noches violentas, espectros petrificados, Mantras que nos entrecruzan, un estar atados con laurel.
Supongamos los mares que desbordan por tus dedos: hexámetros imperfectos, rocas asimétricas, súcubos miopes tejiendo el universo. No dicen más que un golpeteo de lirios adustos, un vaivén de alcatraz altísimo. Braman como si estuvieran vivos, después desaparecen.
Supongamos las sombras acuáticas del cuello, su concordancia magnética, efluvio, espejo, y más que espejo, confusión. Su aroma ascendente no sabe de palabras, sólo es un deseo rodando tras su propio ripio, hasta arribar a tus alturas ígneas.
Supongamos tu frágil transparencia: ni siquiera geranio, mucho menos rosa, eres fantasma, aparición oxidada, ladrido arrinconado en mi costado. Guardas, envidiosa tras la coraza, las palabras, fronteras, epístolas que podrían absolverme.
Ahora, supongamos que seguimos vivos