Vi ese sueño otra vez:
En él te pintaba lumínica
e intocable,
tenía que construir un
cuadro de luz:
pinceladas de dioses
extintos,
incienso trazado entre el
ramaje,
instante hecho de curvas
cómo ondulante rayo de
grafito…
…sombras luminosas que me atravesaban.
Luego, el despertar.
La noche ascendiendo por
lo que queda de mi cuerpo:
Llama incolora que crece
desde dentro.
Pero volviste:
vestida de alba y
ronronear de pájaros:
quieto fluir de la mañana.
¡Tenías que ser de luz!
Y otra vez vino a mí ese
sueño.
Héctor Alarcón, enero 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario