Qué bien me vendría un poco de sueño, dejar de temblar por la falta de tus brazos,
leer un poco de poseía que no escalde la piel, no escuchar a la muerte que va
escalando de a poco, ahora por los intestinos, de a poco, en busca de mi
corazón. Me encantaría engañarme, repitiendo hasta el infinito que no estoy
solo y que soy feliz y que la vida pasó dejando un aroma a crisantemos. Qué
bien me vendría mirarme en tus ojos otra vez.
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