jueves, 26 de julio de 2012



LA NOCHE ES EL HOMBRE
El hombre es esta noche, este vacío saturado de lado a lado, que contiene todo en su indivisa simplicidad: una riqueza de infinitas representaciones, que va de lo hueco a la nada, pasando por el centro de todas las cosas, ninguna de las cuales llega precisamente a su espíritu, o (más bien) no están en él como realmente presentes. Sólo en el espejo de la noche, la interioridad o intimidad con la Naturaleza se percibe el  Yo personal puro, el YO aún no envirulado por las computadoras, diezmado por el fanatismo, el que aún no conoce de la lepra en sus neuronas. En torno a los reflejos fantasmagóricos de la noche surgen bruscamente, aquí, una cabeza ensangrentada; allá, el esqueleto de un ángel; a lo lejos ciudades sitiadas por demonios endiabladamente tristes, visiones que escaldan la piel y que, bruscamente también, desaparecen. Esa es la noche que se advierte al mirar a un hombre a los ojos: se hunden entonces las miradas en una noche que se vuelve terrible: es la noche del mundo que se presenta ante nosotros.

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