martes, 14 de agosto de 2012



MIERDA HERTZIANA
Una plaga infecta los países ricos, como tumor en metástasis, y a emponzoñado hasta la medula a los empobrecidos: es la bazofia televisiva y la prensa rosa. Día tras día aumentan en las pequeñas pantallas de países desarrollados, confesiones y confidencias desvergonzadas así como la más chabacana impudicia en el relato de desamores, adulterios e infidelidades de todo tipo. Parece que esa corrupción se extiende por Latinoamérica, y tras el camuflaje de presuntas verdades, se airean miserias morales y se juntan ante las cámaras esposos, amantes y adúlteros o quimeras parecidas.
En México, líder de nuevos negocios de cochambre, no pasa día sin dos o tres programas de mugre y porquería y no me refiero a mostrar cuerpos femeninos o masculinos ni a plantear cuestiones y problemas broncos y duros, que legítimos son, pues de mocho no me pueden tachar, sino al mercadeo de intimidades y a la propagación de inmundicias y miserias morales que sólo deberían interesar y atañer a sus protagonistas y allegados. Esa televisión basura, como acertadamente se le ha denominado, tiene su equivalente en la prensa rosa de antaño, hoy desmelenada, que pasó de publicar reportajes cursis sobre famosos del cine y la canción, más atisbos de la centelleante y glamorosa vida de reyes destronados y aristócratas decadentes a hurgar intimidades y aventar asuntos de entrepierna y alcoba entre presuntos afamados.
Este nuevo género de estiércol televisivo se basa en despropósitos que impulsarían la carcajada más estentórea sino fuera por su lamentable patetismo. No es el menor de ellos la elevación a la fama de personajillos cuyo mérito ha sido aparecer en programas que aireaban intimidades del estilo de Pig-Brother y Academias similares. Aquellos primeros programas basura generaron "famosos" que asisten a otros programas en los que las aburridas vulgaridades de su vida amorosa y sexual son objeto de simulacros de debate en los que todos gritan a la vez.
La televisión privada ha irradiado porquería con entusiasmo digno de mejor causa en programas de nombres tan sugerentes como La Oreja, Ventaneando, Ellas con las Estrellas, En el ojo del Huracán y ese largo etcétera que vienen arrastrando, donde se tritura el derecho a la intimidad cuyo respeto y reconocimiento han costado siglos de sangre, sudor y lágrimas.
Pero el negocio de la bazofia prospera. Un "invitado" normalito, con aparición breve, en España cobra unos 700 dólares; un invitado que acepte que le machaquen de forma notable percibe de siete a ocho mil dólares y un presunto famoso que pacte que lo destrocen ante las cámaras, gritando incluso sobre su primera masturbación, se llevará 75.000 dólares. En la prensa rosa, tan perversa como la televisión basura, fotografías de un supuesto famoso con un nuevo amor, estando todavía en trance de separación del anterior, pueden significar 600.000 dólares en Europa. Claro, como siempre en México no tenemos cifras.
¿Y bien, no actúan libremente los que venden su intimidad y los que la difunden? ¿No se respetan los contratos y se paga lo pactado? ¿A qué viene el rasgado de vestiduras?, preguntará cualquier líder de opinión de nuevo cuño, ésos a los que el mundo que sufrimos les parece el mejor de los mundos. La marcha hacia la barbarie y la división de la humanidad en una inmensa mayoría empobrecida e infeliz y una minoría obscenamente rica y despilfarradora tiene que ver con prioridades, con valores y de qué orden de valores partimos. Y un mundo en el que todo se compra y se vende, un mundo regido por la falacia de ese ente intangible pero profundamente siniestro -el mercado- del que todo debe formar parte, incluida la dignidad humana y la intimidad, es un mundo que camina hacia su destrucción, lenta quizás, pero seguramente.
Años atrás, distinguidos cabecillas de la llamada Escuela de Chicago, aquel contubernio puesto en marcha por personajes como Friedrich von Hayek y su discípulo más aventajado Milton Friedman, teorizaron sobre las discutibles propuestas de Adam Smith llevándolas a su interpretación más extrema. El nuevo becerro de oro era el mercado y todo debía formar parte de él, incluido el comercio de órganos para trasplantes quirúrgicos, la venta de armas sin limitaciones, la educación, los medicamentos contra el sida... porque el mercado, ese nuevo Dios, es omnipresente y omnipotente. Con esa teología del mercado, el dinero deja de ser un medio para convertirse en un fin. ¿Cómo sorprenderse entonces de que la intimidad y la dignidad se pongan en venta cuando lo que más interesa -¿lo único?- es la cuenta de resultados?
Y una aclaración final. Más que preocupación moral y ética al denunciar tanta bazofia, subproducto neoliberal donde los haya, me mueve una exigencia estética: Paulo Cohelo y Cuahutemoc Sanchez, Cristina y Laura en América, El chavo del 8 y Walter Mercado, son la quinta esencia de lo Light: la receta fácil para una felicidad artificial, la versión chafa y bobalicona de la literatura, la visión fresa del mundo según Barbie, pues… pero más allá de sus millones de pseudo-libros, más allá de sus miles de horas-caca-aire y sus ganancias de millones de dólares, allá donde está la gente de carne y alma, empieza la cultura…

domingo, 12 de agosto de 2012



LA DECADENCIA ES BAJA EN CALORIAS

Arte, amor, política, conocimiento, revolución, muerte: todos esos temas que quemarón el cerebro de los filosofos, santos y artistas del pasado, murieron de tanto ser evadidos por temor a sus consecuencias, desaparecieron dejando tras su descomposición un vapor, una ventosidad: lo light: eso que sustituye la sacarina por el algodón de azúcar, lo light es siempre sucedáneo. Lo light, placebo de la existencia, aliviana el curso de lo real; lo disimula, nos da en cambio una versión dulzona, ingenua, digámoslo: idiota de la realidad. Lo light es abreviatura, atajo, esperanza de que se puede salir adelante haciéndole trampitas a la vida. Cuando toda forma de dominar la realidad deviene ilusoria, la ilusión deviene única realidad.
La regla de lo light es la sistemática omisión de lo pertinente: cigarro sin nicotina, café sin cafeína, azúcar sin azúcar, sexo sin sexo: es decir pornografía barata que siempre es la más cara, música sin música, osease: Paulina Rubio y Luis Miguel. Todo lo sistemáticamente privado de sí mismo es light. Por ello el material light es de plástico:  alimentos, literatura, suerte de plástico, ética light del teletón, el bestseller que te indica el único camino posible hacia la desgracia disfrazada de felicidad, el eufemismo, que ya no le llama invalido al invalido sino persona de capacidades diferentes, al ciego invidente y al obeso "gordito", ya no le llama ladrón de cuatro patas al mondrigo político cebado, sino: benemérito padre de la patria, usando la figura retórica light: ya saben, esa que dice: Demos nuestro granito de arena, échale muchas ganas, en infinitum, si se puede! todas esas frases que no dicen nada, porque nada quieren decir, en cuanto intento de reacomodar los signos sin alterar lo que designan, toda retórica es light.
Lo light es resultado sin proceso, sazón sin maduración, resumen sin sustancia, truco para saltarse toda prolongada agregación de esfuerzos. El tiempo, máximo hilador de causas y efectos, es el coco de lo light. Contra el sano envejecimiento perfila todas sus estrategias de lifting, todos sus zurcidos y remiendos la cirugía light, que es la plástica. ¡Úntese esta crema que además de quitarle la celulitis, lo hace más clarito, métase al quirófano de la metamorfosis, tráguese este menjurje para que adelgace lo que engordó tragando Mac Donals!, ¡Porque ud. no vale por lo que sabe, ni por lo que hace, su bondad y solidaridad no valen, lo único que hay valor en ud. es un cuerpo bello y joven, apetecible a los 60! Si no vean a la patética tigresa, a sus 100 años más que cumplidos, regodeándose con jovenzuelos, porque en está sociedad adolescente no se quiere crecer, alcanzar la edad adulta, pintar canas, traducir la experiencia en una visión objetiva de la realidad causa terror y ahora vemos vaquetones de más de treinta, con los pelos pintados, vestidos coquetamente y hablando como imberbes de 15. Contra el estancamiento social del tiempo extrema sus hecatombes de signos efímeros esa ilusión de cambio que es la moda, ese cambio de ilusiones que es la política.
El cuerpo, rotunda concreción orgánica, con sus excreciones, humores, ha de ser eufemizado por lo light. Ángeles y modelos no menstrúan, o no debe parecer que lo hacen. En su obsesión por ocultar la función real y mostrar la simbólica, postula lo light vientres que no digieren, senos que no amamantan, carne que no envejece. La biología no existe. Toda expresión fisiológica ha de ser nulificada. El apetito es crimen, el vello tabú, el olor pecado mortal, el sudor alta traición. El desodorante es el sacramento light. La anorexia, su estado de gracia. Santidad cosmética, en su odio fundamentalista a lo real. El tranquilizante es la emoción light.
La mujer, la afirmación más rotunda de la naturaleza, sólo puede ser desvirtuada mediante los rituales del artificio que la reducen al plástico. Imposibilitado de hacer light a la mujer, todo lo light quiere feminizarse y sólo consigue parecer contranatura. Maquillaje, pasarela, producción de las apariencias, enemistad con los hechos, lo light intenta reducir el rostro a máscara, la apariencia a estereotipo, la sexualidad a glamour, la identidad a look. En su evitación agotadora de lo natural, lo light es el stress total. Masturbación, amor light.
Medicina light. Prohibición de nombrar términos tan pesados como órgano, enfermedad, bacteria, anticuerpo, miligramo, toxina, química, muerte. Todas son causas leves: magnetismo, vibración, influencia, meridiano, chakra, minidosis, yin, yan, número, vela perfumada, aroma-terapia, gema, astro. Todos son efectos livianos: limpiezas, armonizaciones, humores, auras, cuerpos astrales, empatías. Lo único pesado es la factura.
Psicología light. La soga se rompe por lo más delgado, la objetividad científica por lo más subjetivo. Yo estoy bien tú estás bien. Tus zonas erróneas. Nacidos para triunfar. El grito primario. No diga sí cuando quiere decir no. Mujeres que aman demasiado. ¿Quién se robó mi queso?, El monje que vendió su Ferrari, SEÑOR, QUITALES LO BRUTO!!! Terapeutas que cobran excesivamente. Psicología como manual para el éxito. Autoconciencia como cursillo de manipulación. Lavado de cerebro con champú acondicionador.
Filosofía light. Al fin todo explicado: no había nada que explicar. Al fin todo aclarado: no había nada que aclarar. Cuán comprometido es no comprometerse. Cuán razonable es no razonar. Como sistema, duda de todo lo que no sea el sistema. Minucia con pretensiones de universalidad, oropel con ínfulas de tesoro, catecismo de la tranquilidad de conciencia, el pensamiento que fracasa en transformar el mundo desiste también de explicarlo, degenera de indagación a coartada. El intelecto, como el agua, desciende siempre a su nivel más bajo.
Economía light. El hombre hecho para el mercado y no el mercado para el hombre. Ninguna mano visible contra la mano invisible. Nada beneficia al débil como ser devorado por el fuerte. Libre competencia entre el tiburón y la sardina, entre el monopolio y el individuo. Mercaderes en el templo, sacerdotes en el mercado. La existencia dedicada a satisfacer necesidades inexistentes. Miseria cool. Crash soft. Crack light.
Política light. Política sin política. Partidos sin partidos. Organizaciones sin ideología. Carismas sin programas. País sin soberanía. Estado sin intervención. Voto negociable. Sufragio endosable. Marketing del consenso. Pragmatismo impráctico. Oportunismo inoportuno. Conversión de todo poder público en propiedades privadas. Conversión de propiedades privadas en poderes públicos. Todos corean la regla de oro: quien tiene el oro hace la regla.
¡Religión light! ¡Misterio sin profundidad! ¡Revelación sin pavor! ¡Iluminación sin trascendencia! ¡Nirvana instantáneo! ¡Paraíso desechable! ¡Purgatorio spa! ¡Fast God! Lea está revista, rece antes de la comida, entregue su diezmo y será salvo…! Consumismo industrial beatificado en el supermercado espiritual. Una formula manoseada para cada necesidad. Un gurú para cada dolencia. Un nuevo culto para cada hipocondría. Indulgencia a crédito, gracia en baratillo, eternidad en cómodas cuotas. Nosotros le vendemos las preguntas y sus respuestas, ¡usted No tiene porque estrenar su cerebro! Además como oferta le entregamos, sin más precio que la renuncia a su identidad: Santidad sin martirio, inmolación a lo pueril, enseñanza gratuita y digerida varias veces, hasta la puerta de su casa. Lo light fulgura en el pontífice fotogénico y blasfema en la concentración de masas que balaa la omniausencia de Dios. En cuanto representación de lo irrepresentable, en cuanto expresión de lo inexpresable, en cuanto falible imitación de lo inefable, liturgias, escrituras y prácticas religiosas son light.
¿Información Light? ¿Medios sin mensaje? ¿Publicidad vuelta información? ¿Información vuelta publicidad? ¿Medios subsidiados por la fuente? El entonces jefe de la mayor potencia militar de la tierra Bill Clinton invade Haití, devasta Somalia, bombardea Afganistán, Sudán e Irak sin declararles la guerra. En lugar de ser ahorcado por crímenes contra la humanidad, según las leyes de Nurenberg, se le enjuicia por manosear a una oficinista. Después el alcohólico Bush pisotea Afganistán e Irak y se lleva entre las patas al mundo entero, su castigo: ser reelegido para que nos siga pisoteando. Lo light, lo superficial, es el trivial espejismo unidimensional de la pantalla, donde los héroes de pacotilla gringos salvan a mundos de oropel en la superficie monocroma del megacine 5, cosmos planos de la mente sin relieve, aplasta toda manifestación cultural hasta reducirla al mínimo denominador común de la banalidad: No existe más cultura que la del Imperio Norteamericano: a atragantarse -- a querer o no-- de los supermanes, Bobos Esponjas, Justin Bieber, Barbies traga Mac Donals y cuanta mierda vomite el imperio, que será para nuestras colonizadas neuronas, maná, caro, carísimo, FÉTIDO Y PURGANTE MANÁ, pero que tragaremos como santas ostias, en concordancia con nuestros cualidad de esclavos.  

sábado, 11 de agosto de 2012



ENTRE ELPARNASO Y EL LIMBO
El destino es más sabio que los hombres… y en su dilatada sabiduría es cruelmente justo. Su justicia nos desangra, arranca esperanzas con todo y piel, nos deja huérfanos, a veces hasta de nosotros mismos. Y el literario es el más feroz de los destinos: tras su mascara de verdugo deja ver unos ojos despiadados, así, sin adjetivos, gozosos de dejar a ídolos de ayer sin brazos, sepultados, peor: en el olvido. Claro que muchos de ellos lo merecen: pocos llegan al Parnaso, ese lugar utópico donde sólo tienen derecho de habitar Homero y Víctor Hugo, Shakespeare y Dante. Fuera de las murallas del Parnaso está el limbo, donde todos los demás textos se pudren. Por eso me conformo: Cuahutemoc Sánchez y todo su hedor, las enmohecidas neuronas de Paulo Coelho, el caza-fantasmas Carlos Trejo y todas sus idioteces, bueno, hasta “Señor Hazme Viuda” de cierta ex candidata más gris que azulada estarán sepultados dentro de diez años en el mismo cementerio en que ahora están Og Mandino y Von Danikën… no me preguntéis ¡Oh hermanos! quienes son esos tipejos, hay basura que es mejor olvidar, sólo os diré que estos eran tan merolicos y tan fraudulentos como los actuales consejeros de la “superación personal” sí, esos que desde su cinismo nos venden las recetas para ser feliz: fórmulas para el éxito saturadas de fen-chui, horóscopos mega-chafas, “buenas vibras esotéricas” y superficialidad de frases hechas y achatadas por el uso… ¿Cómo dices?, ¿Qué hay miles que compran y leen ávidamente las zonzadas esas? Eso es signo de nuestros tiempos: tiempos de soledad y sin brújula, tiempos en que la mediocridad no sólo ha tomado las casillas electorales y los cinescopios, sino que penetra, como epidemia, en escuelas y galerías, en la radio y en la religión, porque, dado que nos vendieron la idea de que el éxito es sólo el económico, TODOS somos ahora perdedores, porque no hay suficiente dinero para rellenar nuestro vacío, no hay bastantes horas de tele o el suficiente ruido disfrazado de música que opaquen los silencios que quedan piel adentro, porque esta sociedad renunció al espíritu.
Tenemos hambre o sed y satisfacemos al cuerpo con una torta y un refresco, nuestro cuerpo pide y lo saciamos, pero nuestro espíritu bufa de hambre y sed y en lugar de leer a Saramago o escuchar a Bach, lo dejamos morir de inanición. Peor aún: lo envenenamos con Mausan el caza fantasmas y Belinda la del barrio.  Y esto nada tiene que ver con el gusto, sino con nutrir el interior. Le hacemos fuchi a las enriquecedoras legumbres y nos hartamos con el veneno de Mac Donalds. Sabemos que los vegetales y los libros y la gran música son buenos y aún así nos apartamos de ellos, porque estamos ya demasiado contaminados; discernimos que la comida chatarra, el cigarro y la televisión nos achatan las neuronas y nos lanzamos sobre ellas, nos gusta la mala vida. Llenamos de tejidos Adiposos el espíritu, porque DESDE SIEMPRE nos aferramos a confundir lo que está bien con lo que nos conviene. Como nos quedamos vacíos de orilla a orilla los que no quieren que pensemos nos han inventado un montón de sustitutos, que van desde los video-escándalos de la diputada Trevi y el vedette de Bejarano, hasta esas llamadas de larga distancia, hasta la meca de la espiritualidad, claro, Miami, para que Walter Mercado nos ilumine con sus graznidos de ganso. Como hemos renunciado a buscar eso secreto que realmente somos, nos lanzamos desesperados a sustitutos chafísimas: lloramos con las paparruchadas indignas de las telenovelas, los chistes acéfalos de la televisión y --cada diciembre– nos llenamos de compasión y corremos a depositar nuestro óbolo de culpa social, apoyando a los pobrecitos de Televisa para que paguen sus impuestos con nuestro dinero, mediante esa farsa monumental llamado TELETON.
Pero regresemos al Limbo de los libros: ese panteón donde quedan muchos miles de libros que no tuvieron la altura para entrar en el Parnaso. En estos meses me he convertido en violador de tumbas: ando por esas bibliotecas de amigos y conocidos recuperando de las telarañas textos y bodrios –de todo hay en la viña del impresor—y me tropezado con autores doblemente muertos: mientras sus huesos verdean en alguna fosa, sus nombres hacen lo mismo entre el polvo y las arañas. He conocido a A. J. Cronin, ¡quien sabe lo que significa la A. J! Pero leí su “Las llaves del Reino” que rompió niveles de ventas por los años cuarenta y estaba así, miren, así de choncho, como ese, su otro libro: “El castillo del odio”, he preguntado y ya están fuera de catalogo. Otra autora que descubrí y que también vendía mucho es Mary Roberts Rinehart, ella, de la década de los cincuentas, sus libros: “La Dama Alucinada” (1952) y “Una Luz en la Ventana” (1950), incluso la editorial, Jackson de Ediciones Selectas, ya desapareció. El mundo que nos pintaban Cronin y  Rinehart era bien lejano al nuestro: como más lento, como más ingenuo, era un mundo donde tenías tiempo para sentarte largas horas a leer cómo un magnate del algodón recibía premios por la belleza de sus caballos. Afortunadamente no había Internet, el fútbol no era el emperador del mundo y se podía andar por la noche, plagada de grillos y estrellas, con tranquilidad. Sus novelas describían los tormentosos amores de los aristócratas, pasiones que parecían existir del otro lado de la barranca al sexo. O, como en “las llaves del Reino” se nos espeta la hagiografía de un santo que lo da todo y algo más por su Dios.  Sin embargo, creo, aquella inocencia era falsificada: el mundo apenas había salido de la II guerra mundial con sus 50 millones de muertos y sus otros millones de mutilados, y esa inesperada destrucción del 6 y 9 de agosto de 1945 cuando sendas bombas atómicas cayeron sobe Hiroshima y Nagasaky, desfiguraron la historia para siempre. Por esa misma época, --1948-- George Orwell escribió una novela hiper-recomendable llamada 1984, texto que le pareció a sus contemporáneos super-tirada-de-la-cabellera, puesto que en la novela existía un dictador monstruoso que gobernaba de forma inusitada: se metía hasta el baño de sus súbditos, por medio de la televisión... desde el cinescopio les ordenaba qué pensar y qué hacer, como comportarse y como vestirse, que música escuchar y que idioteces decir... aquel dictador era conocido como EL GRAN HERMANO, sí, claro, ya lo identificaron el BIG BROTHER, que más allá del programita enajenante que conducía (jia-jia) la big-decadente Verónica-micro-Castro, es TODA la Televisión Mexicana: exitoso Aparato Ideológico del Estado que cumple ventajosamente su objetivo: mantener las masas en el corral, saturarnos de ideas tan torpes como infantiles para mantenernos en la adolescencia mental: mientras nos tragamos la basura –ahora más nauseabunda que hace 30 años—del Chavo del 8, las mentiras anti-científicas y analfabetas de Jaime Maussan o el evidentemente subnormal Carlos Trejo, que se autonombra caza fantasmas y vende librejos llenos de excremento mental. También de esa época son ciertos escritos del filosofo que se negó a recibir el premio Nobel: Jean Paul Sartre, lean “El Muro” 5 cuentos que nos despeñan ante la decepción de lo humano y “La Nausea” (novela) donde el hedor nauseabundo que permea todo el texto es el olor humano y está, claro, esa maravilla que es un “Mundo Feliz” de Aldous Huxley, que es una crónica adelantada de nuestros días y paremos de contar.
Arte, amor, política, conocimiento, revolución, muerte: todos esos temas que quemarón el cerebro de los filosofos, santos y artistas del pasado, murieron de tanto ser evadidos por temor a sus consecuencias, desaparecieron dejando tras su descomposición un vapor, una ventosidad: lo light: eso que sustituye la sacarina por el algodón de azúcar, lo light es siempre sucedáneo. Lo light, placebo de la existencia, aliviana el curso de lo real; lo disimula, nos da en cambio una versión dulzona, ingenua, digámoslo: idiota de la realidad. Lo light es abreviatura, atajo, esperanza de que se puede salir adelante haciéndole trampitas a la vida. Cuando toda forma de dominar la realidad deviene ilusoria, la ilusión deviene única realidad.
Cronin y Rinehart, fueron el principio, Og Mandino y Cuauhtémoc Sánchez son la puntilla en nuestro cerebelo, ellos han alcanzado la quinta esencia de lo Light: la receta fácil para una felicidad artificial, la versión chafa y bobalicona de la literatura, la versión del mundo según Barbie, pues… 
Cronin y Rinehart escribían para fugarse de ese recién estrenado mundo de la guerra fría, tal vez dolorosamente incomprensible, por eso, además que nunca bucearon lo suficientemente profundo como para toparse con la esencia, están hoy enterrados y olvidados en el limbo de lo light, flotan desde entonces en el vacío de lo superficial, mientras que Orwell, Sartre y Huxley, hoy habitantes del parnaso, se atrevieron a lanzarle al rostro de sus lectores sus apremiantes miedos, ante un mundo dividido entre dos mega-potencias y con la pesadilla nuclear ascendiendo desde sus cabezas, sus intensas cavilaciones sobre a donde iba, va e irá el ser humano, nos alumbran hoy, ellos son ahora, que el futuro nos alcanzó, los imprescindibles.

martes, 7 de agosto de 2012


LA ESTRUCTURA DEL ALMA

Haber escrito tan en la sombra como para que ciertos charcos de sangre se extravíen dulcemente; haber escrito la sombra o haberla sido, desde las ventanas abiertas de cierto hotel con el pecho desconchado, frecuentado por putas clausuradas por la vejez; ser la sombra y escribir sobre la tierra dando a luz, haberle dicho adiós vanamente a la mujer que nunca amaste, regresar con los pies hinchados a las calles de la oscura niñez, donde empotraste en papel gritos que fueron llaves secretas de cofres vacios y después de haber sido sombra, sueño salitroso, camino de doble vía, conseguir estar muerto a la mitad de la vida y que nadie ¡afortunado! te recuerde.