¿Es
creíble que aquellos que sañudamente atracan al pueblo mexicano, lo engañan,
manipulan y enajenan, una vez al año se vuelvan –por minutos—“buenos”? ¿Quién
en sus cabales puede pensar que la depredadora televisión comercial dé algo sin
pedir otra cosa a cambio? Estamos en el mundo real: los filántropos están en
otra parte. El Teletón es uno de los negocios más exitosos en los últimos años
para Banamex y Televisa, que han usado a la mercadotecnia para manipular la ya
maltrecha voluntad del pueblo. El motivo primordial de este vergonzoso
espectáculo nada tiene que ver con ayudar. Es claro, en primer lugar, una
demostración de fuerza de la televisora: las masas actúan como se les ordena:
carecen de voluntad propia, así votan tumultuariamente por cualquiera de los
mequetrefes de “Pig brother” o del anacrónico y podrido PRI: la lobotomía está
consumada.
La TV es el instrumento del Estado que mejor adapta su función a la formación
de valores que a éste le convienen, de modos de vida, de estereotipos, etc.,
que al medio le convienen. Santoro, en su trabajo: La TV y la Formación de
Estereotipos en el Niño, llegó a la conclusión de que la TV transmite y forma
estereotipos sociales en los cuales se presentan directa o indirectamente,
mensajes que conforman una actitud, siendo esta influencia mayor en los niños
quienes son moldeados en muchos aspectos por estos mensajes de televisión. ¿Y cuáles
son los valores que transmite el Teletón? Los de una sociedad burguesa en
decadencia: un estado que no puede solucionar los problemas sociales descansa
sobre los hombros de la iniciativa privada que trastoca la necesidad en show,
la tragedia en morbo de feria, la solidaridad en compasión… y en el intento
(siempre fallido porque no atacan el origen, que es la injusta distribución de
la riqueza, si no el efecto) llenan hasta el hartazgo sus arcas. El universo
hertziano suplanta al mundo real: la navidad por Santa Clós, la cultura por el
fútbol y el amor… por cualquier babosada. De la forma en que Banamex y
Televisa han usado el dineral que entra en especular en la Bolsa de Valores,
jinetearlo, inflar los precios en los materiales de construcción de los CRIT,
pagar sus impuestos y ese largo etcétera que arrastran esos falsos filántropos,
eso es lo de menos… es sólo dinero.
viernes, 20 de noviembre de 2015
jueves, 19 de noviembre de 2015
DEL DEMONIO OTROS AMORES
Versos barrenadores taladran
incesantemente bajo mi piel, dejan zanjas en mis órganos, fragmentan la cascara
del alma… temores y esperanzas, secretos medievales y asteroides se drenan por
las pústulas purulentas, saturando el aire con hedores parecidos al anatema;
por las heridas se fugan tardes mecidas por la pena y las caricias de mi madre,
la risa dorada de una niña de doce años y mis mejores pinceladas. Siento las
minúsculas mandíbulas de las hordas demoliendo las paredes de mi carne,
viajando por las venas hasta el recodo donde habitas tú, mi amada y secreta
musa, la nunca anunciada, la que ametrallaba a besos en mis sueños, esos que
ahora se están desecado… estúpidamente los doctores me han negado el
tratamiento, aduciendo que nada hay en mis células, que los ejércitos
microscópicos sólo existen en mi desviada mente, pero yo sé que están ahí, los
malditos versos gritan que necesitan más sangre, más glóbulos blancos, más
liquido encéfalo raquídeo… exigen, para no aniquilarme, que los irrigue con la
más radioactiva de las savias: el amor, pero a eso me resisto terminantemente:
prefiero ser consumido por la caterva de
versos, antes de volverme a enamorar: la medicina sería mil veces peor que la
enfermedad.
Héctor Alarcón
Suscribirse a:
Entradas (Atom)